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Virgen de la Guía

Cuando esta Cofradía acometió la celebración del 25° Aniversario de su reorganización y se pensó en editar una Revista conmemorativa, se invita a Ias plumas más ilustres de este querido pueblo, Puente-Genil, para que esta tuviese un buen contenido, tanto literario como gráfico, y que fuese fácil para el lector, objetivo que a todas luces se ha conseguido. Este humilde Cofrade no ha teñido más remedio que sentarse a escribir unas cuantas cuartillas y he comprendido lo difícil que es hacerlo. No se si mis artículos tienen algún contenido, bueno o malo, pero si os puedo decir que he puesto todo lo que llevo dentro, y cuando salen del corazón creo que están bien hechos.

Quiero dejar testimonio recordando a todos los hermanos que a la llamada de Jesús Nazareno y María Santísima a su Santo Reino pasaron por nuestra Cofradía, sin desmerecer a ninguno de los fallecidos, por que todos aportaron su granito de arena de una forma o de otra, pero no cabe duda que algunos de ellos fueron muy populares.

Los cuatro Romanos que escoltaban a la Virgen. Pepe Delgado, Domingo Morillo Torres, José Gálvez Fernández «Colorín», Manuel Gálvez Linares «Chifarri». Año 1 958
Los cuatro Romanos que escoltaban a la Virgen. Pepe Delgado, Domingo Morillo Torres, José Gálvez Fernández «Colorín», Manuel Gálvez Linares «Chifarri». Año 1 958

AI acordarme de ellos me viene a la memoria en tiempos de mi niñez aquellos popularísimos «Ataos» que componían la Corporación y sacaban a la Virgen de la Guía. Aque­llos hombres mananteros de antaño, forjados en una Corporación popular, de vino y música, de charanga y fiesta, pero respetuosos siempre con su Semana Santa, que ha-cían las delicias de la chiquillería y de Ios mayores cuando en tiempos de la postguerra, con un nivel económico muy bajo, tenían que hacer frente a las cuotas de la Corporación y además a los gastos de salida de la Virgen de la Guía. Lo pasaban canutas, pero les echaban valor y la Virgen se lo premiaba.

Recuerdo una anécdota que me contaba mi padre de un Domingo de Cuaresma pasaron «Los Ataos» por delante del Cuartel de «Los Apóstoles y al darse cuenta de que no llevaban música el Chiquito Rivas, padre de nuestro Hermano Mayor, Pedro Rivas Bachot, que era hermano de «Los Apóstoles'», llamó a  Chifarri y le preguntó «Manuel, por que «Los Ataos» vais sin músi­ca?», a lo que le contesta Manuel, «Mira, Chiquito, porque no tenemos dinero para pagar a los músicos y no han querido tocar». Ni corto ni perezoso y el Chiquito, que gozaba de buena situación económica se metió la mano en el bolsillo y le dijo: «Manuel, toma, coge este dinero y sal corriendo a por los músicos, que quiero ver a ‘Los Ataos» desfilando con ellos. Que duda cabe, eran tiempos difíciles pero muy sanos y amigables.

Haciendo memoria, recuerdo cuando mi  madre nos vestía estrenando ropa o zapatos el Domingo de Ramos ( porque había un dicho que decía: e/ que no estrena algo el Domingo de Ramos se les caían las manos) y nos llevaba a la Función de I Virgen de la Guía a las 10 de la mañana en la iglesia de la Purificación, y un reducido numero de «Ataos» con su música y sus familiares exaltaban a la Virgen de la Guía en su Función Religiosa, presidida por el párroco de turno y en-cabezada por el Hermano Honorario de «Los Ataos’ y el que se encargaba de la suscripción para los gastos de la Virgen, D. Joaquín Ariza, ilustre abogado de la Villa que gustaba mucho de la compañía de Los Ataos’

AI término de la Misa ‘ Los Ataos’ junto a sus fami­liares, niños y amigos, se encaminaban a su Casa-Cuartel desfilando con su música para tomar el desayuno con magdalenas y ochos, chocolate y café, y unas copitas de aguardiente peleón, para aclarar las gar-gantas fatigadas de los mayores. Aquello, hermanos, era inenarrable y a la chiquillería se le quedaba grabado para toda su vida. Luego, por la noche del Domingo de Ramos, salían en procesión portando a su Virgen, y las mujeres y ni­ños a su alrededor, con una vela o sin ella, pero con una gran fe y una inmensa ilusión al lado de su Guía.

La llevaban cuatro o seis Ataos’ vestidos con túnica negra, desabotonada y con el típico gorrito de Barrabás en unas sencillas parihuelas, adornada de flores y algunos candelabros y floreros y escoltada por los cuatro Romanos de Los Ataos’. Uno de los momentos más simpáticos es el ritual que montaban cuando I a Virgen se situaba ante la puerta de Román (esquina Santa Catalina), cuando este hermanito que ostentaba una tienda de comestibles, salía a la puerta y con salchichones y chorizos se los lanzaba a los pies de la Virgen pidiéndole que no faltase alimentos a los hermanos durante todo el año. Entre Vivas a la Virgen y Los Ataos’ aquellos populares ataos se lo pasaban bomba.

Este personaje nombrado anteriormente era el más revoltoso de la Corporación. Hay un dicho sobre él que dice «Dios nos libre y nos defienda / de Roman el de fa tienda». Junto a él los populares Chifarri, Chominaco, Solís, Colorín, La perrita, (Gregorio Marcelo), Cabezas, Manamaña, Calle ancha, Zambomba, Currito el Romanero, La muita, Salvador Espejo, Luna, Teléfonos, Pepe Aires el Representante, Jalao, Moya, Pescaílla, el Aspirante, Antonio el mono, … motes de todos ellos con los que cariñosamente se nombraban entre ellos.

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Hermanos de la Corporación Bíblica «Los Ataos». Año 1949. De arriba abajo y de izquierda a derecha: Domingo Morillo, Francisco Muñoz, Rafael Ortega Villar, Manuel Gálvez «Chifarri», Miguel Rivas «Aspirante», Manuel Solís Amador, José Yerón Moret «Currito Romanero», J. Manuel Cabezas Berral, Salvador Espejo «El del Pescado», Ricardo Ureña, Ricardo Luque «Zambomba», José Palos Guijarro, Emilio Román, Antonio Chacón «Saca Ruedas», José Gálvez «Colorín», Sobrino de Solís, Francisco Garcia Tejada «Chominaco», Gregorio Marcelo «La Perra», Pariente de Espejo. Sentados: los niños Rafael Ortega Montero, Ricardo Luque Sánchez, Manuel Gálvez Silva «El Americano»

Más tarde, cuando se encerraba a la Virgen el Domingo de Ramos en la iglesia de la Purificación, en la calle la Plaza, en la que se quedaba hasta el Domingo de Resurrección. Con el alpatana que había ido durante el recorrido regando las gargantas, se personaba en la puerta de la iglesia provisto del cesto de vino y el gallo para hacer el desfile hasta el Pórtico de Jesús, por el último Domingo de Cuaresma, cogían las horquillas que sostenían el «Paso’ y un «atao», muy tieso, adelantado un poco de los demás, encabezaba el desfile con la horquilla sostenida con las dos manos y hacia arriba con el gallo blanco sostenido en la cruceta de la horquilla, y tras él todos los ‘ataos con su música y sus mujeres y niños, por calle de la Plaza, Cuesta Baena, calle Aguilar, hasta llegar al Calvario. Mas, durante el trayecto se hacían sus típicas y tradicionales paradas.

Después, pasada la Semana Santa, volvían a la iglesia de la Purificación el Domingo de Resurrección para llevar a la Virgen al Santuario de la Concepción en un pequeño desfile desde la iglesia, tramo calle la Plaza y subida de Cuesta Baena para llegar al templo donde se encerraba y quedaba al Culto hasta el año siguiente.

Yo, que aquello lo viví de niño, no se me ha borrado de mi mente y he querido plasmarlo para que quede constancia de aquellos «ataos» que sentaron cátedra de manantería.

A todos los que ya no están en este mundo y se reunieron con el Dios celestial vaya para ellos un ¡Viva los Ataos! y un ¡Viva la Virgen de la Guía»

Antonio Galvez Silva (Chifarri)