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Poco sospechábamos los Hermanos de Las Potencias del Alma- cuando aún estábamos instalados en la Semana Santa del año 2004 en un estado generalizado de euforia por las felicitaciones y parabienes recibidos por la brillante celebración el año anterior del CXXV aniversario de nuestra fundación; efemérides con la que conseguimos situar, en nuestra modesta opinión, a esta señera Corporación en un lugar destacado de nuestra Semana Santa- que por avatares de la vida, justo un año después, íbamos a asistir a uno de los momentos más complicados y tristes que esta Corporación ha soportado en su larga trayectoria.
 
El Jueves Santo del año 2004, ocho de Abril, se desarrollaba al igual que en el resto de Corporaciones, pletórico de emociones y gratos momentos, cuando, finalizado un agradable almuerzo junto a nuestros invitados, muchos de ellos nuestros seres más queridos (padres, hijos, hermanos…), inesperadamente se derrumbó un muro de la cocina y parte baja de la casa, produciendo daños considerables en la estructura de nuestra Casa-Cuartel.
 
Se hace harto complicado describir el estado anímico que tan lamentable hecho provocó en los Hermanos de Las Potencias del Alma: de la perplejidad y miedo inicial, se fue pasando a la desesperación y desazón más absoluta, pero poco a poco un halo de esperanza se fue abriendo entre el prometedor ramillete de Hermanos que componen esta Corporación, al comprobar la respuesta inmediata que tuvimos por parte de muchísimas Corporaciones que nos ofrecieron su más sincera colaboración y su Casa-Cuartel.
 
En principio, por razones de cercanía y espacio aceptamos la gentil propuesta de la Corporación Bíblica «Los Ataos, Judas, Pedro y Pablo» de compartir junto a ellos lo que quedaba de Semana Santa. Creemos no equivocarnos si afirmamos que ninguna de las dos Corporaciones teníamos la más mínima sospecha de que ello conllevaría al estrechamiento de unos lazos de amistad y unión hasta unos límites inimaginables.
 
En principio, por razones de cercanía y espacio aceptamos la gentil propuesta de la Corporación Bíblica «Los Ataos, Judas, Pedro y Pablo» de compartir junto a ellos lo que quedaba de Semana Santa. Creemos no equivocarnos si afirmamos que ninguna de las dos Corporaciones teníamos la más mínima sospecha de que ello conllevaría al estrechamiento de unos lazos de amistad y unión hasta unos límites inimaginables.
 
La Corporación de «Los Ataos» puso, asimismo, a nuestra disposición su Casa-Cuartel para la celebración de cuantas Juntas fueran necesarias hasta la reconstrucción de la nuestra, y no sólo esto, sino que permitieron que mantuviéramos allí nuestras tradicionales partidas de Ronda y Báciga de los martes que se convirtieron en improvisadas reuniones de seguimiento de nuestra obra, y aún más, que compartieran nuestros hijos, junto a los suyos, el anhelado Día de la Cruz.